micro stories

martes, octubre 25, 2005

"la pluma de la esperanza"

Un cuento propio naciado de quien sabe que musa pero llego de la nada, espero que les guste...



Calles oscuras, sonidos siniestros quebraban la quietud de la noche, una esquina, en ella un hombre solitario recuerda como pudo haber sido y como fue su vida: objetos perdidos, deseos lejanos, sentimientos inexpresables, soledad arraigada desde el interior de su corazón, en esa esquina…su hogar.

Día tras día, noche tras noche, el hombre en su esquina. Un calcetín abierto sobre la acera con una que otra moneda que alguien dejo para librarse de la culpa de la solidaridad, como esperando que de aquella moneda viva aquel ser que, mirando las nubes que negras se cernían sobre él, imaginaba despierto su triste realidad.

Aquella noche llovía, llovía como nunca en esa temporada, frente a la esquina, un grifo destruido, muestra de juegos inocentes de infantes desconocidos, el hombre se cubrió más con el andrajoso abrigo que sobre si llevaba, otro apareció desde una puerta cercana, abrigado, con un paraguas abierto, una bufanda negra rodeaba su cuello y rostro, dejando a la vista solo sus ojos verdes compasivos. Se detuvo frente a aquel que sentado lo miraba sin verlo, la mano en el bolsillo interior izquierdo, no saco dinero como los demás, sino una fina pluma, grabada con flores de loto, se arrodilló y su pantalón se mojo con el suelo frió, no pareció notarlo o simuló no darle importancia. En la mano del hombre sentado hay ahora una pluma, una pluma que no le sirve, que no se come, que no se vende; una pluma que no lo puede proteger del frió. La mirada pasó desde esta, al paraguas ya lejano que desaparecía en la oscuridad.

Llovía, en una esquina un hombre durmiendo tiritaba, y entre los pliegues de su abrigo una pluma grabada con flores de loto descansaba tranquila escuchando una respiración entrecortada.

Los rayos del sol despertaron al hombre, que se sintió calidamente atraído hacia ese día se acababa de comenzar, de pie notó algo en entre los pliegues del abrigo, se sacudió y la pluma cayó a sus pies, recordó al hombre que se la había dado.
Cerca de él una boleta vieja había sido arrastrada con el viento nocturno, la levantó, y sobre ella probó la eficacia de la pluma, que se deslizó por el papel como si tuviera vida propia, la tinta, de un color profundo dibujó garabatos por todo el papel, sin ningún significado, pero dio al hombre la impresión de estar escribiendo su propio futuro, desde el presente, hacia el incierto porvenir.

Desde aquel día, el hombre recorrió las calles desiertas en busca de papeles, antes cultura, tesoros, milagros, historia, ahora solo basuras en las veredas de calles contaminadas, las palabras que sobre ellos escribió, se transformaron en los versos mas bellos que el mundo jamás conociera, sencillos, humildes e irrepetibles.
Un cuaderno bordado, sin nombre ni marca alguna, sin dueño, fue dejado a los pies del hombre en una noche lluviosa, cuidadosamente envuelto. Quizás del mismo sujeto que le dio la pluma de su futuro. Paginas en blanco, preparadas y listas para que en ellas se escriba el destino del hombre que las guardó como si fueran el mayor tesoro del planeta.

Escribía, escribía pensamientos y sueños, pero no sabía escribir, eran sentimientos plasmados los que convertían garabatos en palabras de fe. Un cuaderno en blanco se trasformó en uno lleno, una vida plasmada. Una pagina doble, escondidas, frases inteligibles que solo el hombre logró entender, los sentimientos se mezclaron y se volvieron uno, un libro casi completo, solo una hoja vacía, la última hoja.

El libro permaneció con el hombre hasta mucho después de que este se hubiera ido, ocurrió en una noche de lluvia, cuando el abrigo no fue suficiente. Ni la pluma que tan bien guardaba ni el libro, lograron evitarlo.

Se lo llevaron luego de ser encontrado por una Señora que por allí pasaba, la ambulancia solo se llevó el cuerpo. En la esquina, un libro desgastado con una única pagina en blanco y una pluma grabada, sentían por primera vez el frío de la soledad.

Un hombre con un paraguas cerrado bajo el brazo y una bufanda negra que sólo dejaba ver unos ojos verdes tristes, se acercó lentamente a la esquina, se sentó donde antes lo haría el hombre, tomó la pluma con suavidad, la observó detenidamente, luego tomó el libro, lo leyó, llegó a la ultima pagina…blanca, intentó escribir algo, la tinta se había acabado, la pluma se había ido con el hombre a hacerle compañía, el hombre se levantó, con el libro aun entre las manos, y caminó por donde había venido. A unas cuadras, un lápiz en el suelo, un nuevo comienzo, la última página del libro completa, completa por fin, una vida finalizada.
Desde una tienda el hombre salió con una bolsa, en ella un libro idéntico al que yacía completo.Un libro nuevo, un lápiz… una nueva vida lista para ser escrita.